Atlético 0-0 Chelsea: La trampa de Mourinho surte efecto
El Atlético de Madrid deja escapar a un Chelsea rácano y ultradefensivo.
El Atlético de Madrid esta temporada está viviendo un sueño. Tanto en Liga como en Europa, lo que antes de septiembre se pensaba que era una utopía, empieza a convertirse en algo más que una posibilidad.
Pero para ello, no hay que perder el instinto asesino -entiéndase desde la deportividad-, que le ha llevado hasta aquí.
Esta noche, se citaba con un rival que se ha ganado en la última década un hueco entre los grandes de la competición, siendo un alma gemela del Atlético de Simeone, controlando cada espacio del terreno de juego, y centralizando todo su ataque en una defensa prodigiosa que desquicia a los rivales.
En el Calderón, Mourinho confeccionó una tela de araña, gruesa y viscosa, donde cada camiseta rojiblanca quedaba totalmente pegada, y avanzar un solo metro costaba litros y litros de sudor y sacrificio.
Una muralla trabajada ladrillo a ladrillo que solamente al final pudo ser destruida, pero los cañonazos jamás lograron que la batalla se quedara en el bando local.
Los rojiblancos asumieron rápidamente el rol dominante, y el planteamiento ultradefensivo de Mourinho ayudó a los mediocentros del Atlético a llevar el balón hasta la frontal. Sin embargo, allí morían todas las jugadas ofensivas, estrellándose en el trabajo de un sensacional Cahil, de la experiencia de Terry y del oficio de nueve jugadores reconvertidos en centrales para la ocasión, moviéndose en torno al eje de un entramado táctico y físico propio de los enfrentamientos entre estos dos entrenadores.
La partida de ajedrez (pues fue eso más que un partido de fútbol), transcurría sin ningún sobresalto, con los reyes bien defendidos bajo las porterías, y las damas bailando en la corte una canción lenta, pese a los gritos de aliento del coro de la orquesta.
Porque dicen que las cosas de palacio van despacio, y, con el Calderón disfrazado de campo de batalla, los líderes de ambos ejércitos se dedicaron a acordar un pacto de no agresión, que no fue rot hasta que un rebelde turco venido desde Lepanto revolucionara el juego.
No fue suficiente, porque, cuando tu rival juega a no perder, irónicamente, suele acabar ganando tu instinto asesino y, con un poco de suerte, sale, para su agrado, vivito y coleando.
@dyoatletico
Pero para ello, no hay que perder el instinto asesino -entiéndase desde la deportividad-, que le ha llevado hasta aquí.
Esta noche, se citaba con un rival que se ha ganado en la última década un hueco entre los grandes de la competición, siendo un alma gemela del Atlético de Simeone, controlando cada espacio del terreno de juego, y centralizando todo su ataque en una defensa prodigiosa que desquicia a los rivales.
Champions League- (Semis-ida)
| Atlético | 0 |
|---|---|
| Chelsea | 0 |
Ficha técnica
|
|---|
Atlético de Madrid: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis; Gabi, Mario Suárez (Sosa, m. 79); Raúl García (Villa, m. 86), Diego Ribas (Arda Turan, m. 60), Koke; y Diego Costa.
Chelsea: Cech (Schwarzer, m. 18); Azpilicueta, Cahill, Terry (Schurrle, m. 73), Ashley Cole; Mikel; Ramires, David Luiz, Lampard, Willian (Demba Ba, m. 90); y Fernando Torres. Árbitro: Jonas Eriksson (Suecia). Amonestó a los locales Gabi (m. 75) y Miranda (m. 89) y a los visitantes Lampard (m. 64) y Obi Mikel (m. 75) Incidencias: partido de ida de las semifinales de la Liga de Campeones, disputado en el estadio Vicente Calderón ante unos 54.000 espectadores. |
Una muralla trabajada ladrillo a ladrillo que solamente al final pudo ser destruida, pero los cañonazos jamás lograron que la batalla se quedara en el bando local.
Los rojiblancos asumieron rápidamente el rol dominante, y el planteamiento ultradefensivo de Mourinho ayudó a los mediocentros del Atlético a llevar el balón hasta la frontal. Sin embargo, allí morían todas las jugadas ofensivas, estrellándose en el trabajo de un sensacional Cahil, de la experiencia de Terry y del oficio de nueve jugadores reconvertidos en centrales para la ocasión, moviéndose en torno al eje de un entramado táctico y físico propio de los enfrentamientos entre estos dos entrenadores.
La partida de ajedrez (pues fue eso más que un partido de fútbol), transcurría sin ningún sobresalto, con los reyes bien defendidos bajo las porterías, y las damas bailando en la corte una canción lenta, pese a los gritos de aliento del coro de la orquesta.
Porque dicen que las cosas de palacio van despacio, y, con el Calderón disfrazado de campo de batalla, los líderes de ambos ejércitos se dedicaron a acordar un pacto de no agresión, que no fue rot hasta que un rebelde turco venido desde Lepanto revolucionara el juego.
No fue suficiente, porque, cuando tu rival juega a no perder, irónicamente, suele acabar ganando tu instinto asesino y, con un poco de suerte, sale, para su agrado, vivito y coleando.
@dyoatletico