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Hay Atleti para rato

El cuadro colchonero hizo casi todo bien en una eliminatoria vibrante no apta para cardíacos

Que se abstengan de bombardear con lecciones biensonantes los abanderados actuales del fútbol. Aquellos que enseñan en tertulias y columnas a jugar a entrenadores, jugadores y clubes con cientos de años de historia a sus espaldas no caben en este análisis. Que se borren los economicistas que basan la realidad del fútbol en sus beneficios económicos, con los cuales analizan todo lo que rodea el balón. Esto va del Atlético de Madrid.

Va de un equipo que hace una semana estaba muerto. Se iba 0-2 al descanso después de una primera mitad en la que no había demostrado nada. Dos zarpazos del Barcelona parecían sentenciar una eliminatoria en la que tanta fe tenían los atléticos. 

Fue entonces cuando algo despertó en la conciencia del equipo por medio de dos jugadores vilipendiados por los antes citados psicópatas del fútbol financiero; Gabi y Fernando Torres. Ambos corrieron como si tuvieran veinte años, se multiplicaron en el campo, generaron ocasiones y obligaron al Barça a refugiarse, taparse con la sábana y cerrar los ojos como si solamente por eso el monstruo fuera a desaparecer. Funcionó.

Por más que lo intentara el Atlético, no fue capaz de batir a Cillessen más que en un remate a placer de Griezmann, insuficiente a la hora de culminar la proeza. Los de Luis Enrique salieron, sorprendentemente vivos (y coleando) del Calderón. Pero algo había cambiado en la mente de los guerreros del Cholo. Con el belicismo característico de este Atlético de Madrid, la plantilla se conjuraba para dar a sus aficionados una noche inolvidable en el Camp Nou.

En consecuencia al sentimiento, en la vuelta, los colchoneros asfixiaron a los culés con una presión adelantada, ayudas constantes en el eje constituido por Saúl y Koke y dotaron de protagonismo a Gaitán, Griezmann y Carrasco. Tal vez la presencia del último en el equipo fuera lo que lastró el pase a la final. Hasta ocho jugadas mal resueltas por el belga privaron a sus compañeros de la oportunidad de rematar a portería. 

Cuando mejor estaba recibió el gol de Luis Suárez. Cuando despertaba en la segunda mitad, sufrió las lesiones de Godín y Gaitán. Cuando despertaba, ayudado por la expulsión de Sergi Roberto, le anulaban un gol a Griezmann por controlar en posición legal, orientarse y batir a Cillessen. Motivos más que suficientes. Cuando, pese a todo, seguía buscando el gol, Carrasco remató su Saturday Night Live de martes autoexpulsándose en una entrada estúpida. Y, aunque os parezca de cuento, cuando había superado todos esos malos tragos, mandaba un penalti al cielo de la Ciudad Condal -fuentes cercanas a Colau lo recogieron cerca de la Sagrada Familia-. 

Hagan una pausa, lean el último párrafo y piensen cuánto puede soportar un equipo que juega en el Camp Nou, contra Messi, sin caer en la desesperación. Pues no lo creerán, pero cuando todo lo que pudo salir mal había salido mal... el Atlético encontró el gol. Y entonces, se desató la marabunta. Llegaron por la derecha, llegaron por la izquierda, arrollaron por el centro. Los diez hombres del Atlético parecían la turba con la que Alejandro Magno tomó el mundo. No había espacio en el césped que no estuviera poblado por una camiseta rojiblanca. 

Y entonces, sucedió la magia. Encerrarse en el área, inexplicablemente, dejó de ser antifútbol. Perder tiempo, jugar con el reloj, nunca más sería antideportivo y montar gresca acorralando al árbitro tampoco fue considerado como provocación. El Atleti se quedaba sin su particular cantar de gesta en la Copa del Rey. En el aire la sensación de haber dominado durante 90 (más 45) minutos, tres cuartos de eliminatoria, al mejor jugador de todos los tiempos. 

Muchas veces en el mundo del fútbol se utiliza el tópico de que se puede salir reforzado de una derrota. Mentira. Seguramente, la noche del martes, Simeone se cargase algo en la habitación del hotel. Pongo la mano en el fuego porque, en el vestuario visitante no se oía una palabra. Caras largas y gestos fríos. Perder no refuerza a nadie. Pero me pongo yo mismo en la hoguera porque, en el vestuario visitante quedó la sensación de que pocos equipos podrán sobrevivir al Atleti del martes. ¿Todavía creen que este equipo no va a sobreponerse?



@Fernando1998_f



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