La cara oculta del deporte
El caso de Larry Nassar debe servir para luchar contra los abusos sexuales en el deporte
Hoy no voy a hablar de la irregular, por llamarla de alguna manera, temporada del Real Madrid, ni de la victoria de Carlos Sainz en el Dakar. Ambos son temas relevantes, pero desgraciadamente, han aparecido sombras en el deporte, en este mundo lleno de alegrĆas, pero que en ocasiones esconde grandes tragedias, como los abusos sexuales.
Personas como, Larry Nassar, mĆ©dico del equipo OlĆmpico estadounidense de gimnasia rĆtmica, que serĆ” condenado por los abusos sexuales que infringiĆ³ a al menos 7 menores durante el tiempo que este ejerciĆ³ su funciĆ³n en la disciplina estadounidense entre 1996 y 2015. Un suceso que ha marcado al orbe, y en especial, en Estados Unidos. El pederasta, era uno de los doctores mĆ”s reconocidos de la naciĆ³n de las 51 estrellas. Con su confesion y con su detencion, se caĆa un mito, una eminencia en su campo. Un calentĆ³n, o varios, mejor dicho, ha acabado con su vida, y con la de las jĆ³venes gimnastas de las que abuso. Porque puede que se haga justicia y que pague por todos los males que ha ejecutado, pero, ninguna pena podra lidiar los perpetuos estigmas que los abusos han producido en el alma de las niƱas.
Porque, enfermos hay en todas partes, y disculpe si le ofende, querido lector, pero creo que estamos todos de acuerdo en que el que abusa sexualmente de una inocente niƱa, es un trastornado. Sea uno sacerdote, mĆ©dico, actor, vĆ©ase la que se estĆ” montando en Holywood por los supuestos abusos por parte de los actores y productores, ninguna profesiĆ³n se libra de la sospecha, en todas las cestas hay manzanas podridas, que desgraciadamente, nunca se detectan a tiempo. Digo todo esto, porque la iglesia siempre ha estado perseguida por parte de algunos sectores de la sociedad, por los casos de pederastia como si en la religiĆ³n catĆ³lica fuera el Ćŗnico rincĆ³n donde acecha la perturbaciĆ³n.
Los mayores abusos, suceden en instalaciones deportivas. Se cuentan por centenas los titulares en la prensa espaƱola en los que algĆŗn entrenador se aprovecha de la fragilidad de su pupilo para pasar un buen rato. Como si de un consolador humano se tratarĆ”, disfrutan metiendo mano a los pequeƱos en los vestuarios. Los pequeƱos no realizan ningun tipo de acciĆ³n, se dejan llevar vĆctimas de su inocencia y desconocimiento de lo que su maestro les estĆ” haciendo. Para lo que nosotros es abusar, para el niƱo, con su corta edad, supone en algunos casos un hecho que trasmite el aprecio y estima que el entrenador le tiene. Cuando se da cuenta de que los tocamientos que su preparador le estĆ” infringiendo, ya es demasiado tarde. La inocencia del principio, se transforma en el miedo y desconfianza del final. Ya nada volverĆ” a ser igual, el paseo de rosas por donde el niƱo transitaba, se ha convertido en un camino pedregoso que le va a ser duro atravesar. Cada dĆa serĆ” una lucha, cada aƱo significa un triunfo para aquel pequeƱo que se hizo grande de forma involuntaria. Su infancia se terminĆ³ en ese vestuario.
Debemos luchar contra los casos de pederastia en todos los Ɣmbitos, no dejemos que los prototipos o etiquetas nos cieguen. Porque los perturbados sexuales no solo llevan sotana y alzacuellos, tambiƩn van con ropa de deporte.
Seguir a @JBrugos8
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Personas como, Larry Nassar, mĆ©dico del equipo OlĆmpico estadounidense de gimnasia rĆtmica, que serĆ” condenado por los abusos sexuales que infringiĆ³ a al menos 7 menores durante el tiempo que este ejerciĆ³ su funciĆ³n en la disciplina estadounidense entre 1996 y 2015. Un suceso que ha marcado al orbe, y en especial, en Estados Unidos. El pederasta, era uno de los doctores mĆ”s reconocidos de la naciĆ³n de las 51 estrellas. Con su confesion y con su detencion, se caĆa un mito, una eminencia en su campo. Un calentĆ³n, o varios, mejor dicho, ha acabado con su vida, y con la de las jĆ³venes gimnastas de las que abuso. Porque puede que se haga justicia y que pague por todos los males que ha ejecutado, pero, ninguna pena podra lidiar los perpetuos estigmas que los abusos han producido en el alma de las niƱas.
Porque, enfermos hay en todas partes, y disculpe si le ofende, querido lector, pero creo que estamos todos de acuerdo en que el que abusa sexualmente de una inocente niƱa, es un trastornado. Sea uno sacerdote, mĆ©dico, actor, vĆ©ase la que se estĆ” montando en Holywood por los supuestos abusos por parte de los actores y productores, ninguna profesiĆ³n se libra de la sospecha, en todas las cestas hay manzanas podridas, que desgraciadamente, nunca se detectan a tiempo. Digo todo esto, porque la iglesia siempre ha estado perseguida por parte de algunos sectores de la sociedad, por los casos de pederastia como si en la religiĆ³n catĆ³lica fuera el Ćŗnico rincĆ³n donde acecha la perturbaciĆ³n.
Los mayores abusos, suceden en instalaciones deportivas. Se cuentan por centenas los titulares en la prensa espaƱola en los que algĆŗn entrenador se aprovecha de la fragilidad de su pupilo para pasar un buen rato. Como si de un consolador humano se tratarĆ”, disfrutan metiendo mano a los pequeƱos en los vestuarios. Los pequeƱos no realizan ningun tipo de acciĆ³n, se dejan llevar vĆctimas de su inocencia y desconocimiento de lo que su maestro les estĆ” haciendo. Para lo que nosotros es abusar, para el niƱo, con su corta edad, supone en algunos casos un hecho que trasmite el aprecio y estima que el entrenador le tiene. Cuando se da cuenta de que los tocamientos que su preparador le estĆ” infringiendo, ya es demasiado tarde. La inocencia del principio, se transforma en el miedo y desconfianza del final. Ya nada volverĆ” a ser igual, el paseo de rosas por donde el niƱo transitaba, se ha convertido en un camino pedregoso que le va a ser duro atravesar. Cada dĆa serĆ” una lucha, cada aƱo significa un triunfo para aquel pequeƱo que se hizo grande de forma involuntaria. Su infancia se terminĆ³ en ese vestuario.
Debemos luchar contra los casos de pederastia en todos los Ɣmbitos, no dejemos que los prototipos o etiquetas nos cieguen. Porque los perturbados sexuales no solo llevan sotana y alzacuellos, tambiƩn van con ropa de deporte.
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