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Gracias por hacernos soñar cuando no tocaba

Analizamos la gran temporada del cuadro azulón en su regreso a Primera División

Los jugadores agradecieron el apoyo de la afición | Vía Getafe CF



Corría el 24 de mayo de 2017. Dos goles de Dani Pacheco y uno de Faurlín en la final del playoff de ascenso ponían al Getafe un año después en el foco de las cámaras. El Getafe volvía a Primera División. Se planteaba un nuevo proyecto, una tarea sumamente complicada. Corto periodo de preparación, menos recursos económicos y un plantel con poca experiencia en la élite. Todo auguraba un curso duro, una carrera por la salvación en la que nadie sabía si se alcanzaría la meta. Los presagios no eran buenos, pero el Getafe lo logró dos meses antes de terminar la temporada y agotó sus opciones por meterse en Europa a costa de un grande como el Sevilla. ¿Cómo es posible?

No vamos a descubrir la pólvora, para que una temporada sea buena hace falta suerte, y al Getafe le tocó la lotería con sus fichajes. Ángel, un delantero consagrado en la categoría de plata, se ha convertido en el pichichi del equipo, una de las sensaciones de la liga y se ha destapado como un auténtico crack. Markel Bergara, suplente en la Real Sociedad, aportó equilibrio, juego y goles hasta su calvario con las lesiones, formando una dupla exquisita con Mauro Arambarri, presente y futuro del fútbol uruguayo. Fajr, un descarte del Deportivo, demostró su capacidad de trabajo y lo descubrimos en el doble pivote, posición inédita para él. Antunes cumplió las expectativas, y Amath lo reforzó con su constancia y trabajo. Y Djené, qué decir de Djené… El togolés es la personificación del espíritu de este equipo, un baluarte en la zaga y me atrevería a decir que es la mayor sorpresa de la competición.

Seríamos injustos si no hiciéramos mención a los que ya estaban. Damián Suárez, en su mejor temporada como azulón, ha sido tachado de todo menos de buen jugador de fútbol. Quizás el simple hecho de ser tan bueno provoque esos ardores en quienes lo sufren en contra. Guaita, en su más que probable último año en Getafe y tras ser suplente el año pasado en segunda, hizo un año digno de selección, convirtiéndose en el tercer portero menos goleado y con paradones para recordar. Cala se marchó a China en invierno, pero hasta entonces su actuación junto a Djené fue para enmarcar. Portillo sufrió una reconversión a la banda, y le costó adaptarse, pero una vez asentado fue clave y repartió magia como pocos saben hacerlo. Y cómo olvidarnos de Don Jorge Molina, que volvió a ser pieza clave en la delantera y marcador de un estilo de juego ganador.

El Getafe ha demostrado una solidez insospechada en el Coliseum, haciendo de su feudo un trámite muy duro para grandes como Real Madrid, Barcelona, Sevilla o Atlético de Madrid. El punto de inflexión fue la victoria ante el Valencia con un jugador menos. A partir de ahí, la temporada parecía coger otro color.

La otra cara de la moneda han sido las salidas. En la primera vuelta solo ganó en Leganés, llevándose así el primer derbi entre ambos municipios en la primera categoría del fútbol español. Y de nuevo tenía que ser el Valencia quien cambiase la tendencia, sucumbiendo a los dos tantos de Rémy que le dieron la victoria al Getafe en Mestalla. A partir de ese momento, el Getafe se vio por primera vez con opciones reales de entrar en Europa.

Y a lo largo de toda esta más que meritoria temporada el Getafe ha tenido que soportar menosprecios de todo tipo. Desde el estado del césped del Coliseum hasta la dureza del juego, pasando por las pérdidas de tiempo. Algunos lo denominaron antifútbol. Pues bien, desde aquí doy las gracias a este antifútbol. Gracias por devolvernos la ilusión, gracias por hacernos competitivos ante cualquier rival y gracias por hacernos soñar cuando nos tocaba sufrir.

Y gracias, muchas gracias, al artífice de todo esto. Pepe Bordalás, que llegó con el equipo en el penúltimo lugar de la Segunda División para llevarlo a luchar por Europa. Un hombre tapado, sin ansias de protagonismo, agradecido y capaz de mantener a todos los jugadores enchufados. Ese espíritu competitivo que tantas alegrías nos ha dado y ese sentimiento de orgullo constante cada vez que juega el Getafe. Nunca vamos a poder compensar lo que ha hecho este hombre por el club, pero solo podemos pedir que nos dure muchos años más.

El Getafe no ha podido meterse en Europa. Quizás la mala fortuna de fallar siete penaltis en una temporada haya dificultado aún más las cosas. Pero a pesar de eso, tal y como dice Bordalás, “la temporada es de matrícula de honor”. Simplemente gracias Getafe, el año que viene más.

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