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El fútbol no es el “Jogo Bonito” que nos pintan

Declan Hill nos muestra en este libro los trapos sucios del fútbol

Foto: ALBA
Esta novela nos muestra la cruda y triste realidad de uno de los deportes más seguidos en todo el planeta, el fútbol. Desgraciadamente, la corrupción que nos rodea en la política también salpica al mundo del deporte, dejando unos consecuencias que para la mayoría de aficionados pueden parecer surrealistas, pero todo lo que nos explica Declan Hill es desafortunadamente real. Y todo para que unos cuantos saquen beneficios con las apuestas deportivas. Amaños, prostitutas, asesinatos, apuestas ilegales, mafias, jugadores que se venden, equipos comprados, directivos corruptos, árbitros sobornados. Todo esto y más ha estado vinculado al fútbol y lo más probable es que nunca deje de estarlo. Pero estas acciones no suceden solo en ligas menores y en países pequeños. Ligas europeas o las competiciones internacionales más importantes, tanto a nivel de clubes como de selecciones, también se han visto afectadas. Seguramente, todos los lectores que hayan podido disfrutar de la magnifica investigación de Hill, al acabar el libro se habrán quedado con la mirada perdida, con sensación de impotencia, resentimiento, fascinación, pena, tristeza o rabia al conocer todo lo que no nos muestran los medios de comunicación sobre el fútbol. Página a página vas viendo que el deporte que tanto amas y que te ha dado tantas alegrías cuando el equipo que apoyas gana algún titulo no es nada más que una simple mentira, por decirlo de algún modo.


El libro empieza hablando sobre el continente asiático. Aunque en los últimos años grandes futbolistas han decidido emigrar a China y disfrutar de una retirada con algunos ceros de más en la cuenta corriente, la liga asiática nunca ha sido una competición con jugadores destacados, lo que provoca una falta de interés por parte de los aficionados. La gran mayoría de estas ligas estaban manipuladas. Había redes ilegales que utilizaban ex-futbolistas como recaderos (intermediarios) para contactar con los futbolistas y llevar a cabo el amaño. Les decían cómo tenían que jugar, en que minuto marcar el primer gol o por cuanto debían perder. Corredores de apuestas ilegales y mafias eran los que mandaban en estas organizaciones criminales. Conocían las mejores apuestas y debían asegurarse de obtener el resultado deseado, y así ganar una gran cantidad de dinero. Arreglar partidos era el método más eficaz. Hasta había casos donde se manipulaban encuentros desde la cárcel.

Pero, ¿cómo se amaña un partidoLos jugadores que aceptan el soborno son los más vulnerables. Los sobornadores saben como tratar a los jugadores para coger “amistad” y después manipularlos por medio de sus debilidades. Les hacen propuestas para que no tengan la sensación de delinquir, con un lenguaje neutro y cordial. Les dicen que “puedes ganar mucho dinero por sólo noventa minutos de trabajo” o “ten, para que te compres algo”. Las apuestas se realizaban minutos antes del inicio de los partidos. Te preguntarás, ¿cómo saben los jugadores comprados antes de empezar el encuentro si tienen que dar el máximo o dejarse ganar? Se mandaban recaderos a los estadios, se sentaban cerca de los banquillos y según el color de la camiseta que llevaban puesta, los futbolistas sabían si tenían que ganar o perder.

Seguramente pensarán que los jugadores no son actores, y que se puede notar fácilmente si un partido está arreglado o no, que debe haber alguna forma de reconocerlo. Pero utilizan diversas técnicas para evitar ser pillados: los porteros se colocan unos metros lejos de la portería, para poder lanzarse pero no llegar a parar el balón; los defensas no son contundentes; los centrocampistas aguantan mucho la pelota y dan pases que el rival puede interceptar sin dificultad y los delanteros fallan ocasiones claras o regatean constantemente para que los defensas les puedan robar el esférico.

Pero no solo los jugadores pueden interferir en el resultado final de un encuentro. Aunque en la obra se demuestra que las tarjetas rojas, los goles en propia y los penaltis no son al cien por cien fiables para contribuir al amaño, los árbitros también han sido una de las piezas importantes para obtener un resultado previsto. Los colegiados normalmente eran sobornados con prostitutas o con regalos caros.

Desgraciadamente, la compra de partidos y los amaños también llegaron a Europa. Ligas poco competitivas como la belga o la rusa eran manipuladas. Presidentes como Chepel o Bernard Tapie, que en ese momento mandaba en un Olympique de Marsella recién campeón de Europa, hacían tratos para conseguir la permanencia o para asegurar un resultado. Luciano Moggi, en su momento director general de la Juventus, escogía árbitros que favorecieran a su equipo.

Los jugadores del Manchester United, después del accidente de avión en 1958 que acabó con la vida de gran parte de los integrantes del equipo, recurrían a los sobornos o a la reventa de entradas para sacarse unos ingresos de más, Bobby Charlton (leyenda del club) entre ellos. Hasta la Copa del Mundo se ha podido ver afectada por la corrupción. No se ha podido confirmar si algunos partidos fueron arreglados, pero lo que quedó claro es que hubo intentos por parte de organizaciones criminales para ponerse en contacto con los equipos. No obstante, es curioso que algunos sobornadores acertaran la diferencia de goles exacta en algunos partidos disputados por la selección de Ghana en el torneo jugado en Alemania en el año 2006. El fútbol es un juego sucio.

Cabe destacar y ensalzar la figura de Declan Hill en esta investigación. El periodista canadiense recorrió gran número de países en busca de información para conocer todo lo que hay detrás de las cámaras. Gracias a su gran trabajo los lectores de su obra podemos conocer los trapos sucios de este bonito deporte. Además, me gustaría destacar la valentía que ha demostrado, ya que se jugó la vida en algunos momentos, porque las personas a las cuales entrevistó no eran las más legales del mundo. Habló con ex futbolistas, entrenadores, árbitros, directivos, corredores de apuestas o jugadores que se vendieron en algún momento de su carrera. Hasta se infiltró en un intento de amaño de un partido en un KFC en Bangkok. La faena realizada por Hill es digna de admirar y creo que su rol ha sido vital y esencial para la investigación.

Todo el libro nos muestra el difícil ejercicio del periodismo. A pesar de que el escritor consiguió grandes fuentes de información, no pudo obtener todo lo que hubiera deseado. Destapar todo lo que Hill ha hecho es prácticamente imposible, ya que las grandes entidades hacen todo lo posible para ocultarnos estos hechos.

Después de analizar esta obra, podría dar algún consejo a periodistas. El primero de ellos sería saber perfectamente que tipo de periodismo quieres practicar. Este trabajo tiene diferentes ramas y deberías escoger la que se adapte mejor a tus gustos y cualidades, donde disfrutes y hagas disfrutar. También diría que si quieres algo, lucha por ello, cueste lo que cueste. Lo que Hill ha dado a conocer no es gracias a una investigación de un par de días. Han sido años de viajes por todo el mundo, de entrevistas, análisis, esfuerzo, dedicación y trabajo. Por último, y puede ser el consejo más útil, es la importancia de corroborar y contrastar la información. Un periodista no debe dejarse llevar por un hecho sorprendente, ya que puede ser falso. A Hill le comentaron varias veces algunos sobornadores que habían amañado el campeonato del mundo del 2006, y podría haber publicado la noticia en cualquier medio sabiendo que podía no ser verdadera. Pero él, en lugar de fiarse y quedarse con la información de una única fuente, siguió investigando y solicitando colaboraciones a otros periodistas, entrenadores o apostadores ilegales. Aunque al final no se pudo demostrar que el torneo estuviera amañado debido a la falta de pruebas, cumplió con el deber de periodista. 

FICHA TÉCNICA:

Declan Hill. JUEGO SUCIO. FÚTBOL Y CRIMEN ORGANIZADO. Barcelona: ALBA Editorial, 2010


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