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España 2014, un Mundial que nos supo a poco

Unas rápidas reflexiones sobre el Mundial de baloncesto

La eliminación de España supuso un palo muy duro
para todos los aficionado al deporte de la canasta
Es casi imposible escribir desde España sobre este Mundial sin hablar del fracaso de la selección. Fracaso. Todo el mundo esperaba, y había muchos motivos para considerarlo muy posible, una final entre Estados Unidos y España. Y ya luego tomarnos la revancha, aunque esto se pensara con otro grado de seguridad. Llegar a la final parecía seguro, no había rival. Este exceso de confianza, que en aficionados y prensa no es positivo, pero tampoco condenable, sí que resulta absolutamente reprochable a jugadores y cuerpo técnico. Mucho se ha escrito y hablado, y más se hará, sobre el día antes del partido y la escasa preparación. Francia llegó con los deberes hechos, y Collet montó la tela de araña de la que los jugadores, y menos aún Orenga, no supieron salir. Un paso en falso en el momento que más daño hace, en la que podía ser la última ocasión de esta generación de reunirse en la cancha, y encima jugando en casa.

Las críticas desde eso al país anfitrión se han centrado en la retrasmisión por parte de Mediaset y el entrenador de la selección local, Juan Antonio Orenga. Por partes, e intentando renunciar a las posiciones más simplistas y poco reflexivas, vamos al lío. La retrasmisión del evento ha sido nefasta: pocos partidos y muy poca calidad durante estos, con comentarios muchas veces muy poco preparados y coberturas mínimas, sin apenas pre ni post partido en la mayoría de las ocasiones. El grupo Mediaset compró los derechos de los partidos de España, Estados Unidos y alguno más, y en ningún momento se comprometió a emitir en su totalidad el torneo. Evidentemente es una pena para los aficionados, que razonablemente esperaban poder disfrutar de su Mundial al completo, pero a fin de cuentas Mediaset ha hecho lo que ha considerado más oportuno para sus intereses. El problema, en mi opinión, viene más por el hecho de que sea posible hacer esto que por el hecho de hacerlo. Es decir, que se vendan los partidos al peso y no el torneo completo, permitiendo que ocurra lo que efectivamente ha ocurrido. Es un asunto complejo, pero si los propietarios de los derechos de emisión permiten funcionar así entra dentro de lo esperable que los compradores lo aprovechen.

Respecto al tema Orenga, creo que también hay que huir de soluciones radicales y condenas rápidas. Es evidente que el entrenador no reunía las condiciones para gestionar situaciones de partido complejas, como se vio en la eliminatoria contra Francia, y también en el Eurobasket del año pasado, y su nula capacidad de reacción táctica frente a lo que planteó el equipo rival. Pero que Orenga sea un entrenador de perfil bajo, sin casi experiencia, es algo que se sabía ya antes. El problema es que no se haya considerado oportuno un cambio desde donde se tiene que hacer, desde arriba, desde la Federación encabezada por José Luis Sáez. El problema es el modelo, la línea de pensamiento que hay de fondo, el considerar que con la presencia de las estrellas y su propia autogestión, con un entrenador que no intervenga mucho, es suficiente para mantener a esta generación en lo más alto; y de una manera que es difícil conocer con precisión, también los jugadores tienen su parte de culpa en esto (en la estrategia, no solo en lo que ocurra sobre la cancha). Este fracaso histórico tendrá que hacer reflexionar a todas las partes implicadas, jugadores y Federación, sobre cómo enfocar los futuros compromisos internacionales. Jugadores de calidad y con muchos partidos todavía en sus piernas hay de sobra.

Muchos expertos han coincidido en el bajo nivel medio de este Mundial. Lo cierto es que el campeón, Estados Unidos, se impuso sin dificultad, y muchos equipos punteros gastaron muchas de sus bazas en la primera fase. Quizás habría que reflexionar sobre el sistema de competición, con una fase de grupos demasiado larga y unas eliminatorias que muchas veces no presentan siquiera enfrentamientos nuevos. Selecciones como Grecia, Argentina, Brasil o la misma España cayeron estrepitosamente en las eliminatorias después de una gran fase de grupos.

Este Mundial ha hecho mucho por la exportación del baloncesto a países con menos tradición en el deporte de la canasta, como Senegal o Filipinas, y seguramente esta sea la mejor noticia que nos deje. Actuaciones destacables de selecciones con poca trascendencia, históricamente hablando, como la Ucrania de Mike Fratello, México, entrenada por el español Sergio Valdeolmillos, o Senegal. Además, siempre es un placer ver a las selecciones de la antigua Yugoslavia, con los más jóvenes intentando imaginar lo que fue aquello, representado en la finalista Serbia, la Eslovenia de los Dragic o Croacia. Los lituanos y su pasión por el baloncesto también es otro de los equipos que merece mención, y evidentemente Francia, la tercera clasificada a pesar de no contar con sus dos mejores jugadores, Parker y Noah.

Se acabó el Mundial, nuestro Mundial, un Mundial que nos supo a poco. Pocos partidos (me refiero a los que pudimos ver), poco tiempo, poca emoción incluso. Este saber a poco está claramente relacionado con el papel de España; quién más quién menos se esperaba verla luchando por las medallas. Pero este quedarse corto va más allá del fracaso de la Roja. Mucho que pensar y que mejorar tanto respecto a nuestra selección como respecto a la organización del torneo, que da la impresión que puede resultar mucho más atractivo de lo que ha sido.


@Kay76ers


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