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Cualquier tiempo pasado fue mejor en Bucarest

Se alzaron con la Copa de Europa en 1985. Casi treinta años después tuvieron que refundarse

Iordanescu y Duckadam muestran la Copa de Europa ganada en penaltis

Cualquier tiempo pasado fue mejor o al menos eso dicen algunos, sobre todo los más nostálgicos. Eran otros tiempos. Los equipos españoles aún no metían miedo en Europa, tan sólo el Real Madrid contaba con algunas en su palmarés y habían pasado ya veinte años de la última. Era un trofeo completamente diferente al actual. El Omonia chipriota llegó a los octavos de final, algo impensable hoy día. Todo esto ocurrió en los maravillosos ochenta, en los años de Maradona. Más concretamente a mediados. En 1985, el equipo rumano de Bucarest consiguió una gesta histórica.

El año anterior a la gesta, el Steaua de Bucarest perdió la liga en el campo del FC Baia Mare que acabó decimoquinto esa temporada. Terminó a dos puntos del otro equipo de la capital rumana, Dinamo de Bucarest. Al año siguiente, pese a sumar tan solo siete de los últimos catorce puntos (las victorias sumaban dos puntos) se proclamó campeón por delante del Dinamo. El campeonato liguero le otorgaba el pase a la Copa de Campeones de Europa. Aquí comenzó su particular idilio con la competición.

El equipo rumano llevaba desde 1978 fuera de la máxima competición europea en el fútbol. Cayó eliminado por el Mónaco en la fase previa tras no saber defender la renta de dos goles en el Principado. Sin embargo, siete años más tarde, las vibraciones eran diferentes. Había esperanzas puestas en los jugadores y en hacer una gran participación. La ida de dieciseisavos contra el Vejle BK se jugó en el Stadionul Ghencea. El partido acabó en tablas (1-1), pero la vuelta en Dinamarca terminó con un resultado muy abultado para los rumanos (1-4). Las siguientes rondas se pasaron sin muchos apuros contra el Budapest Honvéd húngaro y el Kuusysi finlandés. La semifinal sería contra el Anderlecht, uno de los mejores equipos del momento. La ida en Bélgica se la llevó el equipo local con un resultado de 1-0. En la vuelta, el Stadionul Ghencea se convirtió en una olla a presión y consiguieron llegar a la primera final de su historia tras vencer por tres goles a cero. En la final esperaba el FC Barcelona de Terry Venables tras empatar la eliminatoria contra el Göteborg sueco. La final no fue uno de los partidos más vistosos de la Copa de Europa. Tuvo un final agónico, en penaltis. El equipo de la capital rumana se jugaba su primer título europeo a gran escala desde los once metros. En ocho lanzamientos solo se metieron dos. Alexanco, Pedraza, Pichi Alonso y Marcos Alonso fueron los verdugos del equipo catalán. Por otra parte, Lacatus y Balint se ganaron un sitio en la historia del club.

El equipo consiguió mantener la buena dinámica en la competición europea. Al año siguiente fueron eliminados en octavos de final contra el Anderlecht. En la temporada 1987/88, el equipo alcanzó nuevamente las semifinales. La llegada de Gica Hagi le dio un aire distinto al equipo. Tenía un golpeo impecable con la pierna izquierda. Aun así, el Benfica consiguió eliminarles con un 0-2 en el global. Bela Guttmann hizo de las suyas y el equipo portugués perdió la final ante el PSV Eindhoven en los penaltis. Esta dinámica se mantuvo un año más alcanzando una nueva final. Se deshicieron del Spartak de Moscú en dieciseisavos, del Göteborg en cuartos y del Galatasaray en la semifinal. El 4-0 de la ida bastó para llegar a la final.

La final se disputó en el Camp Nou, estadio del equipo contra el que consiguieron hacer historia. Allí, esperaba el AC Milan de Sacchi. Gullit y Van Basten hicieron los cuatro goles de la final, tres de ellos antes del descanso. Con este 4-0, el Steaua de Bucarest disputó su última final en la Copa de Europa hasta la fecha. Desde entonces el equipo ha ido cuesta abajo sin frenos.


Gullit levanta la Copa de Europa tras vencer por 4-0 en la final
En 2014, el ejército (dueño hasta 1998 del Steaua de Bucarest) llevó al Tribunal Superior de Justicia al equipo por utilizar su propia marca, por aquel entonces el Steaua de Bucarest era propiedad de Gigi Becali. El Tribunal dio la razón al ejército y el club más laureado de Rumanía fue obligado a despojarse de sus colores, estadio, nombre y escudo. Durante dos años, los futbolistas se tapaban el escudo y jugaban con camisetas genéricas amarillas. En 2016, el club se refundó como FCSB manteniendo todo el palmarés histórico. El culebrón no acaba aquí. El ejército decidió crear un nuevo equipo con el mismo nombre, escudo, colores y estadio que el mítico Steaua de Bucarest. Tienen pensado que para 2020 discuta los títulos al FCSB. Con todo esto podemos decir sin miedo a equivocarnos que cualquier tiempo pasado fue mejor en Bucarest.
El FCSB disputó la fase previa de la presente Champions League

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