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Ridículo europeo, año III

La enésima debacle del Barça en Champions debe llevar a la directiva a una profunda reflexión sobre lo que hay que cambiar de cara al año que viene para poder levantar de nuevo la “Orejona"

Foto: Direct TV
Tras el 3-0 en la ida de semifinales en casa contra el Liverpool, tanto el Barça como sus aficionados ya se veían disputando la final de la Champions el 1 de junio en Madrid. La sexta Copa de Europa estaba al caer. A tres partidos del tercer triplete en diez años. Era el año perfecto: otra temporada histórica viendo como el máximo rival tocaba fondo a principios de marzo, y donde la bala de su competición fetiche se gastaba antes de tiempo cuando un puñado de jóvenes holandeses asaltaban el feudo blanco.

Pero el Barça, otro año más, volvió a tropezar con la misma piedra. “4-0 i al carrer”, como diría cierto personaje televisivo. Los fantasmas de Roma sobrevolaron las mentes de los futbolistas. Y estos noventa minutos en Anfield ensucian la temporada casi perfecta que estaba realizando el Barça hasta ese momento.

Axel Torres asegura que el estado anímico es vital en partidos de este calibre: “Hay un aspecto mental muy importante. Valverde plantea el partido en función de rival, es un equipo que busca salir a la contra, que espera. Elige a Vidal, que es el que mejor interpreta el lenguaje del partido que propondrá el Liverpool, antes que Arthur, que dicta tu guion. Pero hay una cuestión mental, las emociones tienen un papel muy importante. El equipo que tiene ventaja ve peligrar su clasificación y juega con más pánico. Tiene ocasiones para empatar, pero no lo hace. Anfield, además, tiene un ambiente que hace creer al equipo que va perdiendo. La inercia lo lleva hacia conseguir algo que será recordado siempre. Juegas con miedo y tiene un papel clave, y eso alimentó los fantasmas de Roma”. El conjunto de Valverde desperdició, como el año pasado, tres goles de ventaja para volver a quedar eliminado en el momento menos esperado.

“Hubo un exceso de confianza parecido al del año pasado. Entre las bajas del Liverpool y el resultado de la ida, los jugadores se pensaban que estaba ganado. Esto genera una situación de convencimiento de que se pasará y no habrá problemas. La actitud genera pérdidas de balón, momentos delicados y que al querer reaccionar estés bloqueado. Los dos goles seguidos te matan y no hay tiempo de reacción. Anfield animaba una barbaridad, era increíble, y la gente daba una fuerza brutal”, afirma Gerard Romero, que pudo presenciar la debacle en directo.

El cuarto gol resume perfectamente el partido del Barça en el condado de Merseyside: un equipo superado, sin ideas, desconcentrado y hundido mentalmente. Ya son tres años consecutivos de debacles europeas: Paris y Turín en 2017, Roma el año pasado y ahora Liverpool. “La copa tan linda y deseada por todos” que prometió Messi a inicio de temporada tendrá que esperar otro año más para volver a las vitrinas del Camp Nou.

Pero esta derrota no es fruto de la casualidad. El estilo que hizo al Barça ser admirado por todo el planeta ha desaparecido. El juego de posición, vistoso y atractivo ha sido substituido por un estilo pragmático, contragolpista, esperar replegados atrás y buscar algún destello individual de los cracks de arriba.

El Barça lleva cuatro años sin levantar la Champions, cosa que ha creado una obsesión interna para conseguir este ansiado trofeo de una vez. “Todos pensábamos que esta obsesión era buena. Se ha jugado de una manera “a lo Madrid” donde haciendo poco podías ganar el partido. Se ha visto que sin tu manera de jugar cuesta mucho ganar la Champions”, explica Gerard Romero. Viendo que el Real Madrid ha ganado los tres últimos torneos de forma consecutiva sin una idea clara de juego, sino más bien por suerte, chilenas, caídas de porteros, “espíritus de Juanito” y alguna ayuda arbitral, los jugadores creían que ese modo era el camino correcto y que nuestro modelo ya no tiene éxito. La derrota en la final de Copa fue la gota que colmó el vaso. Pero esto no es el Barça. Y para que vuelva a ser el Barça, habría que realizar una serie de cambios que, por una cosa u otra, lamentablemente no se producirán.

“Los años sin ganar la Champions parecen una travesía por el desierto larguísima. Pero en diez años has ganado tres. Ganar la Champions no debe ser una obligación, debe ser consecuencia “de”. Descontamos los títulos que perdemos, y se pondrán en valor los que ganas, pero la Champions te da caché porque es el trofeo más mediático”, afirma Sique Rodríguez.

Pero para el periodista de la SER, hay un punto importante por el cual el Barça lleva tres años cayendo de manera abrumadora en Europa: “La Champions es una competición muy pasional, de estados de ánimo. Es como el amor de verano, y tiene un punto más de pasión. Y a este Barça, en general, le falta pasión. Es constante. Cuando este equipo elimina al Madrid en 2011, la eliminatoria se empieza a ganar en la rueda de prensa cuando Guardiola dice lo de “Mourinho es el puto amo”. Los jugadores lo aplauden en el hotel. Eso levantó la moral. Ahora falta alguien que sacuda, y no lo hay ni en la directiva, ni la dirección deportiva, ni en el banquillo ni en el terreno de juego. Porque Messi es un líder silencioso. Falta un punto de pasión. No hay un Puyol. Y Valverde tiene cara de amargado: ojos pequeños, está como blanco, facciones angulares que parece estar demacrado. Transmite una tranquilidad y una sencillez que provoca que no acabe de pegar”.

“Se ha perdido el creer ciegamente en una idea”. “El estilo se ha perdido por completo, el Barça ya no quiere ser protagonista en los partidos.” “Para mantener el estilo de manera pura y radical necesitas gente que tenga esa idea en el ADN”. Estas son frases textuales de Sique Rodríguez, Dani Senabre y Axel Torres. Porque ya no hay estilo. El “cruyffismo” se ha perdido. Muchos venden que sin Xavi e Iniesta el Barça no puede jugar como antes. Y parte de razón hay en esa afirmación. Porque volver a la excelencia futbolística es prácticamente imposible, pero intentar parecernos a esa excelencia debería ser una obligación. El Betis, el Ajax o el City no tiene a Xavi e Iniesta. Los andaluces nos metieron cuatro en casa, los holandeses se han quedado a las puertas de conquistar Europa con un futbol espectacular y los ingleses han conseguido un triplete nacional histórico. No hay que tener “Xavis” o “Iniestas” para desarrollar nuestro estilo. Cruyff tampoco los tenía. Pero es más sencillo que prospere si hay un entrenador que crea y confíe en esta manera de jugar. Lluís Flaquer define perfectamente el problema: “Al club le falta convicción futbolística. Hace unos años sabías que el Barça tenía una idea muy identificada. Pero ahora ha perdido personalidad, no tiene nada que ver a otros Barça. No sabes qué banderas rigen al club. Desde el cambio de directiva no sabes cómo definirlo. Falta creer en una idea, apostar en ella y encontrar las herramientas”.

No obstante, Gerard Romero admite que “no tenemos los mismos jugadores que antes y han venido fichajes de otro perfil, pero el entrenador tampoco cree en esa manera de jugar”. Pero con la mentalidad de la directiva y del entrenador es complicado recuperar nuestro estilo dada su escasa confianza en el “cruyffismo”. Ya lo decía Bartomeu en 2008, cuando se presentó una moción de censura para sacar a Laporta de la presidencia: “Votar sí a la moción es votar no a Cruyff”, afirmaba el actual presidente del club. No hay más preguntas, señoría.

Porque a pesar de haber ganado la Liga, el juego ofrecido durante toda la campaña ha sido pobre, rácano y aburrido, y el socio culé también paga su abono para ver jugar bien a su equipo.

Los fichajes de Arturo Vidal y Paulinho, jugadores más físicos, denotan el cambio de rumbo que pretende la dirección deportiva. Tenemos al enemigo en casa. Empezando por Pep Segura, un señor que prefiere un futbol físico con jugadores de 1,90m en lugar de apostar por los “pequeñitos” que hicieron historia. Nadie entiende las llegadas de Boateng y Murillo, dos jugadores que han pasado sin pena ni gloria, con una aportación prácticamente nula y que volverán a sus clubs sin saber porque se los trajo aquí. Como comenta Axel Torres, “No hay una definición estilística sobre que quiere ser el Barça. El estilo no está definido como otras veces. No es brillante, el Barça gana por pura calidad individual, porque es fiable”. Hay que redefinir la política deportiva y saber a qué se quiere jugar, traer jugadores que encajen en un modelo de juego y que este se ejecute correctamente.

Desgraciadamente, el Barça no tiene un entrenador, sino un gestor de grupo. Porque el club está en manos de los jugadores. Gerard Romero ya deja claro el nulo liderazgo de Valverde: “La sensación es que el entrenador hace lo que los peces gordos le van diciendo. Los jugadores no quieren que se vaya. No les aprieta mucho físicamente, los hace jugar siempre… Estos jugadores lo han ganado todo y tienen demasiado poder”. Las declaraciones de Rakitic hace unos días evidencian el alto nivel de vicio que tiene el vestuario. “Que los jugadores tengan tanto poder es el reflejo de lo que son estos futbolistas, que lo han ganado todo. No hay nadie por encima de ellos en la historia, y es difícil que haya figuras que puedan imponer autoridad”, indica Sergi Hernández. La plantilla necesita cambios, y no solo porque estos jugadores contaminen el ambiente, pongan a sus amigos de titulares o eviten pasar el balón a otro compañero para que no destaque, que también, sino porque toca renovar la plantilla. “La plantilla se tiene que rejuvenecer. Hay que dar competencia a los jugadores que se sienten intocables y renovar el hambre. Hay que hacer un pasito más. Al Barça le pasan por encima en Europa, pero la poca competitividad de Madrid y Atlético en Liga te hace ganar el título”, comenta Lluís Flaquer. La columna vertebral del equipo está en una fase de su carrera bastante avanzada, y vender a tiempo puede traer beneficios tanto a nivel deportivo como económico, obteniendo una buena cantidad para reforzar la plantilla de cara al próximo año. Sergi Hernández indica que “en algunos frentes es necesaria una reestructuración de la plantilla. En medio del campo debes llevar jugadores más específicos, especialistas en el juego de posición y hacer alguna venta”.

El gestor, con “cara de amargado”, tampoco cree en nuestro estilo. Dani Senabre, muy crítico con Valverde, declara que “desde el banquillo hay una consigna que es jugar juntitos, replegados y buscar alguna contra. El Barça tiene jugadores para jugar mejor. Pero si el entrenador no confía, no hay nada que hacer”. Porque a pesar de haber ganado la Liga, el juego ofrecido durante toda la campaña ha sido pobre, rácano y aburrido, y el socio culé también paga su abono para ver jugar bien a su equipo. Además, la escasa confianza en la cantera durante los dos años del técnico extremeño en el banquillo, la vergonzosa gestión con Malcom y la continua presencia de las vacas sagradas en la mayoría de partidos han sido lamentables. Porque el extremo brasileño, a pesar de hacer un gran encuentro, sabe que verá el siguiente encuentro desde el banquillo; la plena confianza en Rakitic, un jugador que no ha ofrecido un rendimiento espectacular para ver su nombre escrito en todas las alineaciones titulares; y qué decir de Coutinho. El fichaje más caro de la historia del Barça. “Será el nuevo Iniesta”, vendían desde la prensa. No solo no ha gozado de minutos en el centro del campo, donde teóricamente encajaba perfectamente, sino que ha acabado jugando en la banda izquierda para acabar pasando desapercibido en todos los partidos.

Sique Rodríguez resume en una frase el pensamiento que tiene gran parte de la afición sobre el ex del Liverpool: “Coutinho no vale ni para traer el agua”. Porque a pesar de no jugar en su posición, la actitud y el nivel mostrado por el futbolista, con un semblante serio y un gesto “pasota”, deberían ir ligados a una venta en el próximo mercado de fichajes. Ha sido intrascendente en todos los encuentros. Ni se asocia con los compañeros, ni se ofrece, ni se mueve. Pero lo triste de todo esto es ver como un chico joven que descartó a la Roma (el club italiano ya había hecho oficial el fichaje) para jugar en el Barça, que se esfuerza, que destaca en los pocos minutos que tiene y que demuestra que encaja en esa posición de extremo, se cansa de comer pipas en el banquillo mientras su equipo da la sensación de jugar con 10 cuando su compatriota está en el terreno de juego.

A pesar de que, a nivel de resultados, la temporada ha sido exitosa con el título de Liga obtenido, mostrar un nivel de juego tan mediocre y tener un grado de dependencia tan prominente del equipo contrario para sacar los partidos adelante no es la manera más eficaz para ganar títulos.

Para tener éxitos en el futuro, y sabiendo que esta directiva seguirá hasta el año 2021 cuando finaliza su mandato, debe haber un cambio en el banquillo de manera inmediata y fichar a un entrenador que crea en nuestro estilo y que confíe en la cantera; algunas vacas sagradas tienen que hacer las maletas; traer sangre nueva, jugadores con ilusión, hambre y que crean en el modelo deportivo que nos hizo grandes, y el primer paso empieza con la llegada de De Jong. Porque a pesar de que, a nivel de resultados, la temporada ha sido exitosa con el título de Liga obtenido y el pase a semifinales de Champions cuatro años después, mostrar un nivel de juego tan mediocre y tener un grado de dependencia tan prominente del equipo contrario para sacar los partidos adelante, no es la manera más eficaz para ganar títulos y, en Can Barça, menos aún. Porque si este verano no se producen grandes cambios, la sexta Champions, “la copa tan linda y deseada”, tendrá que esperar, mientras la vitrina que aguarda a la ansiada “Orejona” ya empieza a acumular polvo

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