Bowser espera en Anfield
Simeone le ganó la primera partida a Klopp en la ida de los Octavos de final de la Champions
El partido que ayer se vivió en el Metropolitano deja muchas lecturas. La primera, que el Atlético pegó un golpe encima de la mesa. Y si Morata hubiese estado más acertado, hubiese roto todos los muebles de la sala. La segunda, que el estadio desprende el aroma del Calderón cuando el equipo más lo necesita. Y la tercera, la partida de videojuegos que echaron Simeone y Klopp.
Dos de los mejores entrenadores del mundo en la última década se enfrentaban por primera vez el uno al otro. El "final boss" particular de la partida de cada técnico. Cada uno empezó a jugar con sus armas. Simeone ya conoce el escenario. Ya sabe jugar siendo el débil y casi siempre le ha dado resultado. Esta vez llegaba más apurado que nunca. Con jugadores apurando para llegar al partido y tras un inicio de 2020 con muchas dudas e incertidumbres en el equipo. Pero lo volvió a hacer. Noventa minutos derrochando la esencia que desprendía el equipo en cada partido hace un tiempo.
Klopp lo tenía un poquito más fácil. Los 'Reds' llegaban como claros favoritos al escenario en el que meses atrás levantaron la Copa que tanto ansían los colchoneros. Pero con una desventaja clara: no se había medido a Simeone. Bien en el Liverpool o antes en el Borussia Dortmund, el entrenador alemán ya había medido y derrotado a los grandes técnicos con los que se midió. Tal vez no a la primera, pero siempre lo ha terminado consiguiendo. Y a Simeone, por azares de los sorteos, no se lo había cruzado hasta ayer.
El jefe final que esperaba a Klopp en el Metropolitano fue a la guerra. Con sus armas: la presión, correr a por cada balón y aprovechar el mínimo descuido del rival. Y así fue. La afición colchonera asistió el primer gol en el recibimiento al equipo y con una caldera parecida a la que había en el Manzanares. Y Saúl no desaprovechó esa oportunidad para marcar. Un solo golpe para acabar ganando por desgaste del rival. Y pudieron ser más, repito. Pero a otros no les sirvieron de nada los goles de la ida en Anfield.
El Atlético debe pensar en la victoria de hoy. Saborearla. Lamer la sangre de la espada, pero después volver a afilarla. Porque no se ha ganado nada todavía. Y Bowser espera en Anfield.
Seguir a @DAbelenda_22
![]() |
Foto: Atlético de Madrid |
El partido que ayer se vivió en el Metropolitano deja muchas lecturas. La primera, que el Atlético pegó un golpe encima de la mesa. Y si Morata hubiese estado más acertado, hubiese roto todos los muebles de la sala. La segunda, que el estadio desprende el aroma del Calderón cuando el equipo más lo necesita. Y la tercera, la partida de videojuegos que echaron Simeone y Klopp.
Dos de los mejores entrenadores del mundo en la última década se enfrentaban por primera vez el uno al otro. El "final boss" particular de la partida de cada técnico. Cada uno empezó a jugar con sus armas. Simeone ya conoce el escenario. Ya sabe jugar siendo el débil y casi siempre le ha dado resultado. Esta vez llegaba más apurado que nunca. Con jugadores apurando para llegar al partido y tras un inicio de 2020 con muchas dudas e incertidumbres en el equipo. Pero lo volvió a hacer. Noventa minutos derrochando la esencia que desprendía el equipo en cada partido hace un tiempo.
Klopp lo tenía un poquito más fácil. Los 'Reds' llegaban como claros favoritos al escenario en el que meses atrás levantaron la Copa que tanto ansían los colchoneros. Pero con una desventaja clara: no se había medido a Simeone. Bien en el Liverpool o antes en el Borussia Dortmund, el entrenador alemán ya había medido y derrotado a los grandes técnicos con los que se midió. Tal vez no a la primera, pero siempre lo ha terminado consiguiendo. Y a Simeone, por azares de los sorteos, no se lo había cruzado hasta ayer.
El jefe final que esperaba a Klopp en el Metropolitano fue a la guerra. Con sus armas: la presión, correr a por cada balón y aprovechar el mínimo descuido del rival. Y así fue. La afición colchonera asistió el primer gol en el recibimiento al equipo y con una caldera parecida a la que había en el Manzanares. Y Saúl no desaprovechó esa oportunidad para marcar. Un solo golpe para acabar ganando por desgaste del rival. Y pudieron ser más, repito. Pero a otros no les sirvieron de nada los goles de la ida en Anfield.
El Atlético debe pensar en la victoria de hoy. Saborearla. Lamer la sangre de la espada, pero después volver a afilarla. Porque no se ha ganado nada todavía. Y Bowser espera en Anfield.
Seguir a @DAbelenda_22