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El Barcelona cierra la herida del Madrid con una cómoda victoria ante el Estudiantes (92-80)

Los blaugranas se han reconciliado con su afición tras desplegar toda su artillería ante un desorientado Estudiantes. Los de Bartzokas sentenciaron el partido en la primera mitad y aflojaron en el último cuarto, permitiendo que los colegiales mostraran su orgullo y maquillaran el marcador final

Jaime Fernández y Perperoglou durante el partido (ACB Photo)

La entrada del Palau Blaugrana no se vio resentida tras el bochornoso partido de Euroliga de tan solo 48 horas antes. La afición culé acudió en masa al estadio para animar a su equipo, intentando olvidar el dolor sufrido contra el eterno rival. Una derrota de esas magnitudes no era fácil de olvidar, pero si algún club era capaz de conseguirlo, ese era el Barça.

Desde el calentamiento inicial, se notaba que los jugadores querían darlo todo sobre el parqué para endulzar el mal sabor de boca de sus seguidores. Tenían que realizar una actuación sobresaliente si no querían recibir algún que otro silbido, como suele suceder en las mini crisis de los grandes equipos de la ACB. Nada de eso sucedió, sino todo lo contrario.

La mentalidad del equipo local sufrió un giro de 180º y demostraron saber sustituir el chip de Euroliga (en cuyos partidos dejan muchas dudas en su juego) del chip de la Liga Endesa (con un juego más vibrante que les hace estar líderes provisionales). El encuentro ante el Estudiantes tuvo todos los ingredientes para convertirse en uno de los mejores lavados de cara que ha realizado un equipo después de ser vapuleado, pero terminó dejando algunas dudas en los minutos finales.

El primer cuarto fue el más igualado entre ambos conjuntos. El Barcelona saltó a la pista con un Ante Tomic soberbio en ataque, pero algo despistado en defensa. El croata, que acabaría el partido con 17 puntos, logró 13 puntos en el primer periodo de juego y fue clave para no sucumbir ante el acertado ataque que exprimió Edwin Jackson. El exjugador del Barça anotó 12 puntos en diez minutos ante una defensa local incapaz de frenar su acierto. Sin embargo, fue el único jugador del Estudiantes con la mano enchufada y, por tanto, su trabajo fue insuficiente para frenar la solvencia ofensiva del Barça, que acabó el cuarto con 28 puntos, frente a los 22 de los visitantes.

El segundo cuarto fue el momento clave para definir el resultado del duelo. El Estudiantes no dio con la tecla necesaria para evitar la avalancha culé y tampoco logró ajustar su mirilla de ataque. La consecuencia fue un parcial de 12-0 en los dos minutos iniciales del cuarto que desequilibró la balanza notablemente. Los protagonistas de semejante contundencia ofensiva fueron Oleson, Koponen y Ericksson que brillaron con sus lanzamientos desde el triple y el tiro exterior.

A falta de ocho minutos para el descanso, el electrónico marcaba un 40-22, muy complicado de remontar para un Estudiantes con la pólvora mojada en ataque y sin el calor de su afición al jugar fuera de casa. Pero el Barcelona, a diferencia con el Real Madrid del pasado viernes, se relajó en ataque y no logró seguir haciendo daño al conjunto colegial. El resto del cuarto se convirtió en un correcalles en el que ningún equipo brillaba sobre el otro. Para los de Bartzokas, si bien a nivel visual era un juego muy trabado, esta espiral en la que se introdujo el partido no era mala porque mientras el cronómetro siguiera corriendo, menos tiempo tendrían los visitantes para remontar, pero para el Estudiantes, esta situación fue muy frustrante porque veían cómo no eran capaces de aprovechar el bajón de su rival para acercarse en el marcador.

Un tiempo muerto en los minutos finales del cuarto revolucionó el juego exterior del Barça que con un par de triples de sus aleros suplentes lograron ampliar ligeramente las distancias hasta situarse en un 51-32 al descanso. A la vuelta, el Estudiantes continuó su improductividad en ataque y los locales lo continuaron aprovechando con las actuaciones de Tomic desde la pintura y Olenson y Vezenkov desde el tiro exterior.

A partir del minuto 25 de juego, la maquinaria culé desconectó la electricidad y su nivel de juego bajó considerablemente. A Bartzokas no le gustó ver a su equipo tan confiado y con los brazos bajados, pero lo cierto es que las distintas rotaciones que intentó hacer para paliar la relajación de los suyos no surgieron efecto. Por su parte, los de Salva Maldonado apretaron su nivel de juego, gracias también a la ausencia de presión que empezaron a encontrar en sus rivales y maquillaron tímidamente el resultado. Al término del tercer cuarto, la ventaja seguía siendo muy abultada con un 71-49 favorable al Barcelona.

En los últimos diez minutos, la batuta del juego cambió a manos del Estudiantes. Eran conscientes de que el encuentro lo tenían perdido, pero, gracias a esa alivio mental y los despistes que continuaron cometiendo los jugadores culés, lograron recortar distancias hasta los 12 puntos del final: 92-80. Es cierto que de esa cifra no consiguieron bajar, pero la imagen que dieron en estos instantes finales fue muy distinta a la de la primera mitad. Se llevaron el parcial por 21-31 algo que, dadas las circunstancias en las que se había desenvuelto el encuentro, no era mala cosecha para los colegiales.
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